cambio organizacional

¿Te enfrentas a un período de transición laboral? Ya sea porque vas a empezar un nuevo trabajo, acabas de dejar uno y tienes que ponerte a buscar, o estás considerando hacer un cambio de dirección, esta situación te puede hacer sentir insegura y nerviosa, especialmente si no toleras bien la incertidumbre. Hay personas que, dentro de lo que cabe, lo llevan bien y aprovechan ese período para dedicarse más tiempo a ellos mismos, a su familia o simplemente para descansar. Pero muchas otras personas, acostumbradas a una cierta rutina y estabilidad, se encuentran perdidas y angustiadas, lo que te afecta no sólo profesionalmente sino también en el terreno personal. Si estás en alguna de esas situaciones, quizá estas nueve sugerencias te puedan ayudar:

1. Replantéate tus capacidades. ¿Cuáles son tus prioridades, necesidades y valores en este momento? ¿Tus fortalezas y talentos? Probablemente no hayas pensado en eso en mucho tiempo, absorbida por las obligaciones del día a día, y qué mejor momento que ahora. Plantéate a partir de esa información qué puedes mejorar y, sobre todo, cómo han influido esos factores en tu situación actual, ¿para bien o para mal?

2. Cuídate. Este tipo de transiciones nos afectan mucho más de lo que creemos, así que necesitas más que nunca cuidarte. Sacar tiempo para hacer cosas que te gusten, que te relajen y que te llenen de energía. Cuidarte físicamente haciendo ejercicio o yendo a un spa o similar, socializando… Mímate y deja que te mimen, si tienes la oportunidad. Eso hará que sea más llevadero. No olvides ser paciente contigo misma, tendemos a ser muy duras con nosotras mismas ante una situación de este tipo y nos machacamos con reproches. Las cosas son como son y tu lo has hecho lo mejor que has podido, perdónate y cuídate.

3. Analiza. ¿Qué fue mal, o bien? ¿Qué podrías haber hecho mejor? ¿Qué nuevas opciones se te han abierto? ¿Qué puedes hacer al respecto? Aprende de la experiencia.

4. Céntrate en lo que quieres, y no al contrario. En estos momentos en que te encuentras en tierra de nadie, sin tus rutinas habituales, es fácil empezar a pensar negativamente y centrarte en lo “malo” que ha sucedido. Sé que es difícil, especialmente en determinadas ocasiones, pero intenta mantener la vista en el “premio”, en el siguiente paso a dar. Como dice el refrán “Cuando una puerta se cierra, otra se abre.” ¿Que todavía no sabes lo que quieres? Vuelve a los puntos 1 y 3 y empieza a plantearte cómo podrías aprovechar esta situación, ¿qué te gustaría hacer? Y si estás muy bloqueada, para eso estamos los coaches, entre otras cosas.

5. Encuentra apoyo. Esto lo menciono en prácticamente todos mis artículos, ya lo sé, pero es que ¡es imprescindible! Especialmente si tu situación afecta también a tu entorno más cercano. Es hora de quedar más con tus amigos o de buscar ayuda y apoyo profesional, o unirte a algún grupo de personas optimistas que te ayuden a pasar esta etapa. Y sobre todo, evita por todos los medios a las personas que por celos, envidia o lo que sea te intentan hundir o desanimar.

6. Acalla tu cabeza. Es fácil que, en estas circunstancias, tus miedos e inseguridades afloren y esa vocecita de tu cabeza se ponga a decir tonterías. Si te sucede eso, hay que reforzar los mensajes positivos e inspiradores. Sé que hay mucha gente que aborrece el concepto de “optimismo”, tú verás si prefieres rodearte de mensajes negativos o de mensajes positivos. Haz la prueba y comprueba la diferencia. No confundas buscar inspiración, motivación e intentar mirar el lado bueno con ser alocada y vivir en las nubes, no te hablo de eso. Yo tengo los pies bien asentados en la tierra y te aseguro que prefiero levantarme con un mensaje positivo que con victimismos y quejas. Haz la prueba. Lee frases inspiradoras, ve vídeos o películas que te animen y, sobre todo, habla con emprendedores, su mentalidad y energía se te contagiará.

7. Tómatelo como un periodo de despedida. Si lo que dejas ha sido parte importante de ti, puede ser un momento duro. Incluso puedes sentir que parte de tu identidad desaparece, así que acepta que habrá un período de luto, por así decirlo, de despedida. Si lo necesitas hasta puedes crear una especie de ritual o celebración que te ayude a pasar página.

8. Olvídate de cómo se supone que tienen que ser las cosas y acepta como son en realidad. Si te obcecas con que todo tiene que ser de una determinada manera sufrirás más. Las cosas son como son, una pena a veces, pero es así. Acéptalo e intenta mostrar gratitud por lo bueno que hay en tu vida. Cuando te fijas en lo bueno, las cosas se llevan mejor. Un ejercicio muy recomendable es todos los días dar gracias por tres cosas bonitas, agradables o importantes de tu vida. O bien pensar en qué has logrado ese día. Cuando tienes un hijo, como en mi caso, es fácil encontrar tres (¡y si no tienes hijos también!).

9. Mantén la perspectiva. ¡O cámbiala! Recuerda que en esta vida lo único seguro es el cambio, la estabilidad es casi cosa de la imaginación. Abre tu mente a otras opciones y no le des más importancia a la situación de la que tiene. Recuerda, de aquí a 6 meses, ¿te parecerá tan importante? ¿Y de aquí a dos años? Mantén la perspectiva.

No pretendo que estas sugerencias sean una panacea que todo lo cura, el hecho es que lo vas a pasar mal, es normal. Acepta esos sentimientos y pon a prueba alguna de mis recomendaciones para que ese mal rato pase cuanto antes. ¿Cuál te llama más la atención? ¿Hay alguna a la que te resistas? Quizá sea esa la que más te conviene llevar a la práctica… ¿Qué me dices?.

Fuente: Aida Baida Gil – Gestiopolis

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